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Dile al Tiempo.

 

Ve, dile al tiempo que se pose en mi hombro.

Ve, dile que se lo tome con calma; 

que deje para mañana
cuanto hubiera de hacer hoy.

Pregúntale por qué ese empeño en dejar atrás la felicidad 
cuando la encuentra.
Por convertir las horas en arena volátil,

en agua pasajera.

O, mejor, no le preguntes. 
No vayas. No le digas nada.

Porque sé que, si vas, 
te embaucará, 
y te irás con él. 

Y no quiero que me seas infiel.          

 

  

 

Rosa María Bobillo. Abril de 2016

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