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El café.
Tres años desde aquella dolorosa separación y dos desde su honrosa inscripción en el registro oficial de desempleados. Sobre la barra del bar, un café solo en una taza blanca y un croissant caliente en un plato desportillado. Acababa de oír una noticia en la televisión del fondo: en un país, su presidente había ordenado colocar un reloj que contaba el tiempo al revés. "Si me fuera allí -pensó-, dentro de tres años volvería a ser feliz".
Rosa María Bobillo del Pino. Julio de 2014
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