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Lo que parece.
Todos le tenían por un hombre culto. Estaba a la última en cuestión de publicaciones literarias. Su secreto: la librería que estaba debajo de su casa. Cada mañana, temprano, se paraba ante el escaparate con las manos metidas en los vacíos bolsillos del pantalón y leía los títulos de los libros que el encargado de la tienda había colocado la tarde anterior, los libros que no podía entrar a comprar.
Rosa María Bobillo. Junio de 2014
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