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Post-it


No se atrevió a decírselo a la cara y le dejó un post-it en la puerta del frigorífico porque sabía que lo primero que haría, al llegar, sería tomar un buen trago de su bebida isotónica.

Llegó, como cada mañana desde hacía cuatro, para hacer la limpieza, vio la nota amarilla destacando sobre el blanco, la cogió y le echó un vistazo. "Debe ser la lista de lo que quieren que haga -pensó-. La guardaré en el bolso, para que Abdou me traduzca lo que pone".

Entró en casa, a eso de las cuatro de la tarde, se fue descalzando pasillo adelante, soltó el maletín en una silla de la cocina, abrió el frigorífico y bebió la poca bebida azulada que quedaba en la botella. Se duchó, se puso ropa limpia y dejó un post-it en la puerta de la nevera:

Otra nota en el frigorífico. Se le había olvidado por completo enseñarle a Abdou la del día anterior. Tendría que espabilarse si no quería que el matrimonio la despidiera. Se apuntaría a clases de español esa misma tarde.

 



Rosa María Bobillo. Septiembre de 2015

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