Rosa Montero plantea el arranque de La Buena Suerte de manera surrealista y consigue interesarnos enseguida por Pablo, el protagonista.
Su impulso de bajarse del tren en un pueblo perdido, en huir de todo y de todos, nos genera curiosidad por saber qué le motiva a hacerlo. Su historia se va desvelando poco a poco y la escritora dosifica perfectamente los momentos de revelación, que aumentan la intensidad de la novela.
Pablo goza de una posición social que parece idílica, pero, muy al contrario, hace años que pasa por un infierno. Su huida solo dura lo que tardan en localizarlo. Los acontecimientos que se desencadenan lo ponen al borde del aguante, pero ese instante de buena suerte que es capaz de agarrar al vuelo, le conduce a un tiempo donde las cosas encuentran su orden. Vuelve a descubrir el amor, la amistad sincera y vuelve a confiar en que se puede ser feliz.
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