Con el estilo que solo tienen los realmente buenos. Con la pericia de quien sabe lo que tiene que hacer con las palabras y las frases. Y con las tramas, y con los tiempos. Así está escrita la novela «La playa de los ahogados», del escritor gallego Domingo Villar -fallecido en 2022-, un ejemplo soberbio de novela negra actual.
Como en el caso de Manuel Vázquez Montalbán -con su detective Pepe Carvalho-, y el de Andrea Camilleri y su comisario Montalbano -cuyo apellido es un homenaje, precisamente, al escritor barcelonés-, Domingo Villar tiene a su inspector Leo Caldas, un personaje que está a la altura de los mencionados. Irónico, sagaz, oscuro a veces, es el protagonista perfecto en una novela en la que los giros de guion están tan bien elaborados, la secuencia de los hechos es tan dinámica y sorprendente, que la intriga despierta la avidez del lector por seguir hasta el final.
Y si a la historia policíaca propiamente dicha le añadimos como ingredientes las confesiones personales del inspector Caldas, sus reflexiones sobre la vida, la familia y los lugares que son memoria, raíz y destino, el resultado es una novela espléndida.
«La playa de los ahogados» -el segundo libro de la saga de Domingo Villar, nacida con «Ojos de agua» y que tuvo como tercera entrega «El último barco»-, es la historia de unos hombres a quienes los graves hechos que llevaron a cabo en el pasado -un pasado que Caldas saca a la luz-, pasan una factura muy alta. Pero, como en toda novela negra, no nos está permitido contar, ni destripar, sino recomendar su lectura.
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