Quienes estén pensado que La señora Potter no es exactamente Santa Claus es la típica novela de temática navideña, idónea para leer y regalar, que se olviden. Publicada en noviembre de 2021, ha sido, y es, éxito de ventas y hay que reconocer que la portada y el título son un anzuelo de lo más eficaz, pero leerla requiere tener el cerebro bien entrenado, porque llega a ser mareante por momentos.
Los lectores vamos ajustando nuestro gusto a medida que avanzamos en experiencia lectora. Por lo general, en una novela esperamos un inicio que enganche, una trama consistente, un punto álgido y un final que nos sorprenda. Pues bien, La señora Potter no es exactamente Santa Claus no va de eso.
Kimberly Clark Weymouth es un pueblo donde el invierno y el frío helador son perpetuos y es famoso porque una escritora situó allí su novela "La señora Potter no es exactamente Santa Claus". En Kimberly Clark Weymouth vive gente que escapa a todas las normas de comportamiento racional, personas que se ven inmersas en situaciones absurdas, que llevan a cabo acciones fuera de toda lógica.
Laura Fernández, la autora, ha preparado para su narración un envoltorio caótico a base de párrafos interminables, en los que evita signos ortográficos, mezcla las letras minúsculas con las mayúsculas, provocando frecuentes cortes en el ritmo de lectura. La acción va de un lado a otro, desorientándonos, y el desfile de personajes -con nombres compuestos de compleja pronunciación-, es interminable.
Comenzar la lectura de La señora Potter....fue fácil. Continuar y terminar la novela, ha sido un ejercicio de perseverancia y tozudez. O te gusta o la dejas, no hay término medio.
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