Leer a José Mauro de Vasconcelos es leer lo que ha escrito un niño bueno. Un niño bueno que ha crecido, que vive físicamente en un cuerpo de hombre adulto, pero que, con su alma, vuelve siempre a su niñez.
"Mi planta de naranja lima" es eso, la infancia de Zezé, su propia infancia, la de un niño pobre, nacido y criado en un ambiente pobre y entre gentes que se ganan la vida como pueden, con más o menos suerte, como él, Un niño que agudiza el ingenio, que es listo y que es sensible. Que sabe lo que está mal, y se arrepiente de corazón cuando se pasa de la raya con acciones que provocan dificultades a otros. Que ama la naturaleza, quizá porque encuentra en ella la belleza que la vida no le ofrece.
Leer a Vasconcelos es emocionarse. Porque es leer lo que ha escrito un hombre bueno, alguien que sabe lo que es perder y lo que cuesta ganar.
Comments