Por último, el corazón (Margaret Atwood, 2016), es una representación distópica de una sociedad en la que, en efecto, lo último que se tiene en cuenta son las relaciones afectivas y los sentimientos.
La novela sorprende por los giros que se producen a medida que avanzamos en la lectura. Tenemos a una pareja que comienza malviviendo y sorteando a indeseables y maleantes, a la que se le presenta la oportunidad de vivir en un mundo a salvo, con la única condición de seguir un guión pautado. A partir de ese momento, así parece, hasta que todo salta por los aires cuando descubren lo que el otro ha sido capaz de hacer a sus espaldas y su incapacidad de reacción ante la manipulación de la que son objeto.
La obra pone en cuestión nuestro comportamiento como seres humanos, nuestras reacciones ante situaciones de conflicto, nuestra inoperancia y nuestros escasos recursos para resolverlas a nuestro favor. Nuestro miedo a ser sinceros a enfrentar la realidad, nuestra idea infantil de que, si no pensamos en el problema, se esfumará.
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